Si son de esas personas que al enfrentar un auditorio sienten que el corazón se le sale del pecho, padecen de excesivo sudor, temblores, o se les cierra la garganta, quiero decirles que son seres totalmente normales, y también quiero decirles que todo eso puede cambiar.
El temor a hablar en público es totalmente natural en los seres humanos por varias razones. Por un lado, porque quedamos en ese momento bajo el escrutinio de mucha gente y tenemos miedo de hacer el ridículo o de ser criticados. Psicológicamente hablando se trata del miedo a ser rechazados o excluidos del grupo social.
Por otro lado, es natural para la mayoría de las personas no soportar ser el centro de tanta atención, incluso si uno es el experto en la materia de la cual se va a hablar.
Existen personas que aman ser el centro de atención y no pueden vivir sin serlo, pero la gran mayoría sentimos vergüenza de ser el objeto de la mirada ajena, sea que hablemos en público, nos tropecemos en la calle o nos canten el Feliz Cumpleaños.
Otro ingrediente que condimenta este temor es sentir que si se falla en una exposición el prestigio se pierde para siempre y nunca más nadie querrá escucharte hablar.
Por suerte, la habilidad de hacer un buen discurso no solo viene dada, sino que se puede aprender y desarrollar y hay, gracias a la humana necesidad de comunicarnos bien y a esa fascinación que tenemos hacia los grandes oradores, una gran cantidad de técnicas y prácticas cuyo aprendizaje mejora enormemente nuestra capacidad para enfrentar un auditorio.
Es por esto que quiero compartir con ustedes algunas técnicas fáciles de aplicar, que a mí me sirvieron muchísimo y que trabajo con varios colegas para presentaciones puntuales y realmente dan excelente resultado.
Tengan en cuenta también que la mayoría de estas técnicas son perfectamente aplicables a teleconferencias o presentaciones sobre plataformas digitales.
Afrontar la situación:
Habitualmente quienes tienen miedo a hablar en público evitan esta situación a toda costa. Nunca serán los voluntarios para ser voceros de ninguna idea ni de ningún trabajo aunque hayan sido los dueños de la idea y del trabajo.
Por supuesto que en el ámbito laboral esta actitud te lleva a un segundo plano de protagonismo o a ningún protagonismo en absoluto, y lo peor de todo es que cuanto más lo eviten más difícil va a ser que en algún momento puedan hacerlo.
Huir de cualquier situación a la que consideremos peligrosa no hace más que reforzar el miedo y darle mayor entidad, por lo tanto el primer paso para quitarnos el miedo es afrontar esa situación que tanto nos atemoriza simplemente tomando la decisión de hacerlo. Prometo no dejarlos solos, debajo hay muchos consejos más que los ayudarán a dar ese gran paso.
Saber de lo que vas a hablar
Del mismo modo en que los aliento a ser los voluntarios para presentar una idea o un trabajo para el cual han dedicado mucho tiempo y esfuerzo, les recomiendo que no se ofrezcan a hablar de algo que no saben y requiere un conocimiento profundo que no tienen, porque lo más probable es que su presentación resulte vaga, incompleta y terminen más frustrados que antes.
El conocimiento sobre el tema en cuestión y la seguridad al hablar sobre ello son indivisibles y juntos dan paso a la profundidad en el tratamiento del tema y a la fluidez en la expresión, dos elementos que permiten mantener la atención y la confianza de nuestro público.
Tener una buena presentación:
Pueden leer todo un artículo que he dedicado exclusivamente a hacer presentaciones orales efectivas.
Sus presentaciones tienen que ser claras, convincentes, tener contenido de calidad y, a la vez, hacerles sentir cómodos con lo que están diciendo y mostrando al mundo.
Recuerden que incluso un orador experimentado, por bueno que sea, con una presentación mala no conseguirá nunca captar la atención de la audiencia ni crear un buen recuerdo.
Postura
Es importante no estarse quieto ni ser rígido en los movimientos ni tampoco artificialmente exagerado.
Si el orador tiene que estar quieto en un lugar, sentado o parado, lo mejor es adoptar una postura natural. No balancearse ni marcar un ritmo con los pies. Mantener los hombros bajos y el pecho abierto ayuda a respirar fluidamente y a mantener el ritmo cardíaco calmo.
Si en cambio el orador está de pie y puede desplazarse, debe hacerlo con naturalidad sin dar pasos fuertes, ni muy largos, ni muy cortos. La clave, como les dije, está en la naturalidad del movimiento.
Manos
Las manos son un problema casi siempre y necesitan una educación en particular. Tener algo en la mano brinda seguridad. Las novias, por ejemplo, saben que ellas no sostienen el ramo sino que el ramo las sostiene a ellas.
Muchos oradores utilizan un puntero, un pasador o un marcador para sostener algo en la mano y sentirse más seguros, pero corren el riesgo de toquetear demasiado el elemento, cosa que distrae al auditorio, o, sin quererlo, de hacer movimientos graciosos u obscenos, así que en el caso de que deban o quieran tener algo en la mano, tengan mucho cuidado y háganlo con consciencia de los movimientos que hagan con ellos. Yo siempre aconsejo no tener nada en la mano y utilizarlas, en cambio, para reforzar con el gesto lo que se está diciendo con la voz. Es más difícil, pero es algo que se puede moldear en la instancia de ensayo del cual les hablaré en breve.
Mirada
Primeramente hay que decir que para los oradores principiantes no es recomendable mirar a los ojos a los asistentes. La mirada tiene que estar dirigida hacia la parte más alta de las cabezas de los asistentes, de modo de individualizar y dirigir la mirada, pero sin hacer contacto uno a uno con nadie en particular.
La técnica para la mirada del orador es muy sencilla y se llama Patrón Z pues el recorrido de la mirada es en forma Z. Se comienza recorriendo suavemente con la mirada a los asistentes sentados en la última fila de izquierda a derecha. Cuando se llega al final, se baja la mirada en diagonal hacia la izquierda de la primera fila del auditorio y se recorre esa fila hacia la derecha hasta el final y luego se vuelve a empezar la Z desde arriba.
Hay que hacerlo de forma relajada y a la velocidad que el discurso lo permita, es algo de lo que ustedes mismos se van a dar cuenta y van a moderar instintivamente.
Oradores muy experimentados o con gran control emocional pueden probar mirar a los ojos a los asistentes, pero con cuidado y sin abusar del recurso porque puede que ese contacto resulte también un poco intimidatorio.
Vestimenta cómoda:
La vestimenta no puede ser una preocupación, el orador tiene que estar cómodo con lo que lleva puesto en el sentido de que no lo haga sentir inseguro. Ropa adecuada al evento, que nos quede bien y con la cual nos sintamos naturales.
Prueben la ropa antes del día del evento imitando los movimientos de caminata, sentarse o subir y bajar los brazos y evalúen si tienen que hacer ajustes a su vestuario.
En una exposición oral no es oportuno innovar en el vestuario. Si una mujer no suele usar tacos altos o bijouterie, no es el momento de usarlos, ni podrá caminar bien y jugará con su bijouterie durante toda la presentación. Y si un hombre no usa habitualmente corbata, tampoco debería usarla ese día ya que se la va a tocar todo el tiempo y se le va a notar mucho que le incomoda.
¿Qué hago con mis nervios?
Los síntomas corporales que les mencioné al principio, aumento del ritmo cardíaco, sudor y leve temblor, son los indicadores de que nuestro cuerpo está activado para hacer frente a un desafío. A veces incluso sentimos que no se condice la situación con la reacción exagerada de nuestro cuerpo, es decir una exposición oral con la sensación de que nos va a comer un león.
Para bajar el ritmo cardíaco y reducir todas estas reacciones físicas se puede utilizar una simple técnica de respiración que consiste en respirar, profundo 3 veces, varias veces, reteniendo el aire por unos segundos en los pulmones para luego exhalar tranquilamente. ¿Sirve? Esta técnica ayuda, pero lo que más ayuda es hacer que la situación no se presente como un peligro, y eso se logra con una sola cosa: el siguiente punto.
Ensayar
Si me pidieran un solo consejo, y solo uno, para poder enfrentar a un auditorio, diría “Ensayar”. Ensayar es el 80% del trabajo para conseguir ser un buen orador, y todo lo demás acompaña en mayor o menor medida.
¿Cuántas veces? Lo ideal es al menos 10 veces antes de la presentación, empezando al menos 10 días antes de la misma. Si no hay tanto tiempo de antelación, pues todos los días que tengas disponibles antes de la presentación.
¿Cómo? En voz alta. Para adentro todos hablamos muy bien, pero al momento de hablar ponemos músculos en movimiento que intervienen en la calidad de nuestra expresión oral, y solo al escucharte hablar podrás detectar qué cosas debes mejorar o cambiar, alguna palabra con la que no te sientas cómodo, la cadencia del discurso, la longitud de las oraciones, etc.
¿Dónde? El ideal sería en el mismo escenario en donde vayas a hacer la presentación, pero quizás solo te lo habiliten unos momentos antes o el día anterior, así que pueden hacerlo en sus casas o en cualquier lugar en donde se encuentren cómodos.
¿Con quién? Es preferible que alguien los esté escuchando y haciendo de público en al menos 3 ensayos. Quien los escuche y vea va a poder detectar cosas que quizás ustedes no puedan, gestos, movimientos, tonos, muletillas, errores de dicción, de pronunciación, de sintaxis, etc. Si consiguen que un colega les haga de público es mucho mejor porque comparte con ustedes el vocabulario y el conocimiento sobre el tema, pero si eso no fuera posible, un amigo o un familiar también los puede ayudar muchísimo.
Verán que para el séptimo ensayo ya no titubean, saben la presentación casi de memoria y tienen la seguridad de que están haciendo una presentación sólida y atractiva. Los últimos tres ensayos son para ajustar detalles de pequeños gestos, movimientos o palabras que quieran agregar para hacer la presentación más atractiva y memorable.
Último tip
No digan que no pueden, eviten por favor la típica frase “No sirvo para hablar en público” ni antes ni mucho menos durante su exposición. Primero porque no es verdad y segundo porque se lo van a hacer creer a su público y si trabajaron para ser un buen orador por qué le harían creer a su público lo contrario?
Hablar en público puede parecer una pesadilla para muchos, pero en realidad es una excelente oportunidad para mostrar nuestros talentos, así que mantengan una mentalidad positiva y confíen en ustedes mismos, en su trabajo y en sus capacidades.
Nuevamente les recuerdo que mi mail está disponible para cualquier consulta o ayuda que necesiten sobre estos temas.
Nos vemos!
gimena@gmail.com
1 Comentario. Leave new
[…] problema de la timidez es uno solo, y ya lo había mencionado en el artículo acerca de vencer el temor de hablar en público, es la ansiedad y el miedo irracional a quedar expuesto y ser rechazado o juzgado por los demás, […]