Desde que el hombre es hombre se ha dedicado a formularse preguntas acerca de la vida, del mundo que lo rodea, de los principios vitales, pero sobre todo, ha indagado acerca de su propia existencia.
Fueron los griegos que elaboraron aquellas primeras teorías, algunas un tanto delirantes y otras con algo de fundamento, y luego los pensadores modernos las retomaron y reformaron desde una óptica más racional.
En estas últimas entra nuestro amigo Descartes (el del método cartesiano) que básicamente propuso dudar de todo lo que sea dudable incluso de uno mismo, descartando lo imposible y lo evidente, por imposible y evidente respectivamente, y dejando un punto de partida para ratificar nuestra propia existencia: básicamente nos dice que el pensamiento es el elemento que nos permite no dudar sobre la certeza del propio ser. Complicado? No. Si lo que se conoce es, entonces existe. Si sé que soy, existo.
Le tengo malas noticias a Descartes, en tiempos de redes sociales el propio pensamiento parece no resultar suficiente evidencia para “ser”, se necesita algo más: Un like.
Qué es un “like”?
Es muchas cosas a la vez y se podría escribir un libro sobre todos los aspectos sociales que involucra: es una aprobación, es una muestra de afecto, de interés, de cordialidad, de respeto, y de muchas otras cosas más, en definitiva, es una reacción positiva a la existencia del otro, es decir, la reafirmación de la existencia del otro.
El like recibido a su vez reafirma nuestras experiencias, nuestros sentimientos, nuestra voluntad, nuestra sociabilidad, nuestro conocimiento, si no hay foto no sucedió y si lo que sucedió no tiene muchos likes no fue tan bueno, es decir, el like en última instancia reafirma ya no solo nuestra existencia, sino que además reafirma nuestra vida entera.
Pero, independientemente de que se dependa de la aprobación del otro para reivindicarse como ser, qué hay de los aspectos sociales asociados a la entidad individual, como por ejemplo los derechos y las obligaciones de un ser que forma parte de una sociedad?
Se ven afectados por la cantidad de likes, seguidores o popularidad en las redes sociales?
Me temo que sí.
A mayor popularidad se le atribuyen más derechos a la persona, más entidad, más conocimiento, más veracidad. Su opinión será más respetada, pero también más debatida porque esa popularidad, que debería acarrear también más responsabilidad, no siempre se condicen ni van de la mano, por no decir que casi nunca van de la mano, y, por consiguiente empiezan a entreverarse las leyes del mundo real y las supuestas leyes del mundo virtual, o acaso en las redes tenemos todos el mismo derecho a expresarnos? O el reclamo de todos tiene el mismo peso?
En este panorama de supremacías virtuales basadas en algo tan poco concreto y tan efímero como la cantidad de likes o la aprobación o reconocimiento de las vivencias personales, podemos decir que existe un reordenamiento social que asigna categorías, instala clases y determina instancias de poder? Si y no.
A ver. Montesquieu mira de reojo y dice NO con la cabeza. Por qué? Porque esos parámetros tienen que ver con la articulación de todos los componentes sociales y en este caso hablamos de una porción de la sociedad que acepta y se rige por ciertas reglas. Es decir, funcionaría más como un club privado que como un Estado, pero si ese club privado conformado por los usuarios de redes sociales aceptan y se rigen por un sistema reglas particulares, escritas o no, normas, costumbres, etc. en común, se está frente a la existencia tangible de una sociedad o comunidad imbuida en una sociedad mayor o bien conviviendo con las costumbres y normativas de ambas sociedades, en este caso la real y la virtual, que en definitiva, es la misma sociedad.
Entonces podemos decir que Descartes tiene razón, mi pensamiento reafirma mi ser, pero si además me seguís y le das un like a este post lo reafirmo un poquito más.
Un saludo a la gente que sigue haciendo cosas, aunque nadie le mire, le pague o le crea.
Post previamente publicado por mí el 19/12/2018