Empieza el año 2021 y nos encontramos, como pocas veces, frente a producciones culturales y ofertas de productos y servicios que apelan directamente a la nostalgia del ser humano: series, publicidades, música, indumentaria y productos de los más variados llevan consigo la impronta de la nostalgia.
Se trata de un homenaje a otra época a la cual sentimos mucho más feliz que el presente, o al menos eso creemos, incluso si no hemos vivido esa época. Una especie de idealización del pasado puro y perfecto al estilo “Medianoche en París”.
Esta idealización del pasado no es una novedad y tiene una explicación muy lógica. Nuestro cerebro tiende a pasar al olvido los malos recuerdos y a hacer prevalecer los buenos a la hora de rememorar nuestra propia historia. Es por eso que, con un poco de distancia, la infancia y la adolescencia es recordada como una época particularmente feliz incluso si en ella hemos vivido momentos no tan buenos, y cualquier elemento u objeto que nos haga rememorar esa época va a actuar como una ventana al pasado, llevándonos nuevamente a lugares donde reposan nuestras aventuras, nuestras ilusiones y nos relacionan con momentos felices de nuestra vida.
Por otra parte, también nos encanta imaginar un tiempo del pasado histórico, en el que no vivimos, por medio de algún elemento que nos sea atractivo, puede ser la moda, la música, las películas, el estilo de vida, etc., esas cosas también actúan como ventanas intertemporales. Nos fascinan las instantáneas de un pasado ideal que nos permiten construir un mundo perfecto alrededor de ellas y nos imaginamos siendo felices en ese mundo.
Esta particular forma de apelación a la nostalgia se ha utilizado muchas veces en el marketing y en las estrategias de ventas porque, sin duda, está sostenida por impresionantes réditos económicos. Pero qué es lo que está pasando en el mercado global con la visible proliferación de productos nostálgicos de los 80´y 90´? ¿Por qué vuelven y generan toneladas de dinero la moda pop, el neón, los diseños retro, los coleccionables de todo tipo de objetos, los superhéroes reversionados, series como Stranger Things o la continuación o rescate de series o películas que tuvieron éxito hace 30 años como Cobra Kai (Karate Kid), It, Top Gun, Terminator, Star Wars y otas?
La primera explicación es la que mencionamos anteriormente, nuestra mente hace que la nostalgia venda por sí sola. La segunda explicación es que esos niños de los 80´y los 90´, que serían los Gen X y los Millenials, hoy son las personas más productivas del mercado laboral y en consecuencia las que tienen más capacidad de compra. En este sentido también se podría especular con que estos adultos jóvenes se están comprando hoy lo que sus padres no le compraron cuando eran niños. La tercera explicación es la más lineal y menos romántica y es que, efectivamente, sin presiones económicas, sin problemas y sin responsabilidades, la vida de este público era más agradable hace 30 años que lo que es en la actualidad.
Cualquier sea la explicación más acertada o la combinación de todas, lo cierto es que la nostalgia vende y nos encanta comprarla, ya sea en forma de producto o por medio de lo que queremos sentir con ella. El mercado sabe que cualquier cosa que sea presentada hoy con cierto carácter nostálgico de los 80´y 90´tiene un público fiel y económicamente potente.
Ellos solo tienen que vendernos un disparador de nostalgia, nosotros sabemos que vamos a comprar felicidad.